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Brad Garlinghouse celebró el fallo, señalando que nunca tuvo fundamento.
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La querella empezó en 2020, cuando la SEC los acusó de no respetar las leyes de valores.
Siguiendo la misma línea que en los casos de Coinbase, Robinhood, Uniswap y Kraken, la nueva Comisión de Bolsa y Valores (SEC) ha decidido poner fin al litigio contra Ripple Labs, la empresa dirigida por Brad Garlinghouse. Este giro añade un nuevo capítulo a la estrategia que Trump y varios de sus colaboradores habían prometido en campaña, y que ahora mismo mantiene ilusionadas a muchas personas ligadas al espacio.
El caso de Ripple era especialmente complejo. Ya a finales de febrero, CriptoNoticias citaba informes de la periodista Eleanor Terret para señalar que, aunque la nueva SEC mostraba una postura más proactiva y abierta, aún pesaba sobre Ripple una orden judicial que le exigía pagar una multa de USD 125 millones. Además, tras la apelación impulsada por Gary Gensler en 2024, el caso había pasado al Segundo Circuito, añadiendo una nueva capa de dificultad al proceso.
Vale destacar que el conflicto comenzó en 2020, cuando la SEC demandó a Ripple alegando que XRP era un valor no registrado. Precisamente, el enfoque tan poco claro que la SEC dio a la ley de valores de 1933 trajo muchos contratiempos a la industria. El caso atrajo gran atención porque representaba un enfrentamiento clave entre el sector y los reguladores estadounidenses, y acabó perfilando a Ripple como un símbolo de resistencia.
No obstante, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la designación de nuevos funcionarios, la SEC quedó bajo la dirección interina de Mark Uyeda, y se creó el Grupo de Trabajo de Criptomonedas liderado por la comisionada Hester Peirce. En un comunicado publicado a principios de febrero, Peirce expresó las intenciones de su equipo de adoptar un enfoque más equilibrado y señaló que los litigios en curso serían revisados.
Finalmente, la agencia decidió desestimar el caso, una noticia que Brad Garlinghouse celebró en las últimas horas a través de su cuenta de X. El empresario se mostró satisfecho y afirmó que, en su opinión, la demanda estaba «condenada al fracaso desde el principio«; también hizo mención a las victorias que Ripple logró a lo largo de todo el proceso, así como a las sanciones que la SEC recibió por abusos.

Sobre la multa de los USD 125 millones que la SEC impuso a Ripple, la periodista Eleanor Terret comenta que la empresa aún está apelando a esta sanción, y tal parece que la empresa debe decidir si siguen luchando o dejan todo como está.
Este ha sido uno de los litigios más significativos en la historia de las criptomonedas, con implicaciones que van mucho más allá de una sola empresa. Tras cuatro años de disputas legales, su desenlace no solo representa una victoria para Ripple, sino que también deja valiosas lecciones para la industria en su conjunto. El proceso no solo expuso las debilidades de la actual regulación en EE. UU. y la necesidad de un marco normativo claro y adaptado a los criptoactivos, sino que también puso en evidencia el papel clave que juegan las comunidades en la resiliencia y el crecimiento de los proyectos.
A continuación, los aprendizajes que nos deja el caso.
- Fin a la regulación por aplicación (Test de Howey)
La regulación por aplicación (regulation by enforcement) es un enfoque en el que los reguladores, en lugar de establecer reglas claras y actualizadas para una industria, recurren a sanciones y demandas basadas en leyes preexistentes, sin considerar los cambios que el tiempo ha traído a nuevos sectores. Bajo la dirección de Gary Gensler, la SEC aplicó esta estrategia en el sector de las criptomonedas, fundamentándose en el Test de Howey, un criterio legal definido por la Corte Suprema de EE. UU. en 1946 para determinar si un activo califica como «valor».
Así pues, la Comisión de Bolsa y Valores se valió de este acercamiento para demandar a empresas como Ripple, Coinbase y Uniswap, lo que llevó a fallos contradictorios y, finalmente, a la desestimación de casos.
2. La necesidad de una regulación específica y transparente para el sector
El caso Ripple subrayó la necesidad urgente de una regulación específica y clara para la industria. En lugar de seguir aplicando las leyes de valores de 1933 y el Test de Howey, se deben crear marcos regulatorios modernos que se adapten a las particularidades de los criptoactivos. Un enfoque actualizado ofrecería seguridad jurídica, evitando litigios costosos y prolongados, al mismo tiempo que promovería la innovación y el crecimiento del sector, sin sacrificar la protección de los usuarios.
3. La clasificación de los criptoactivos es un tema que sigue abierto
La clasificación de las criptomonedas ha sido un problema recurrente en los juicios del sector. Sin una clasificación clara y explícita de los activos digitales por parte de la SEC, los jueces interpretan los casos de manera diferente, lo que genera incertidumbre que sacude a toda la industria. La falta de criterios precisos deja a las empresas sin claridad sobre si sus activos serán considerados valores (securities) o no, exponiéndolas a sanciones y riesgos legales.
Tal es el caso que, recientemente, Michael Saylor destacó la importancia de brindar claridad sobre la clasificación de los activos digitales. De hecho, el magnate propuso una categorización que distingue entre «materias primas digitales (como bitcoin), monedas digitales (como las stablecoins), valores digitales (vinculados a acciones o bonos) y tokens con funciones específicas». Esta diferenciación permitiría desarrollar regulaciones más adecuadas para cada tipo de activo, en lugar de aplicarles las mismas normas que rigen los mercados tradicionales de valores.
Un aspecto clave que a menudo se pasa por alto en las discusiones sobre regulación y clasificación de criptoactivos es el papel fundamental de las comunidades. En este ecosistema, no solo importan las empresas y los desarrolladores, sino también los usuarios que respaldan un proyecto. El caso de Ripple es un claro ejemplo: a pesar de los problemas legales y la incertidumbre regulatoria, su comunidad continuó creyendo en la tecnología y apoyó el proyecto hasta el final. Este nivel de compromiso demuestra que, más allá de las reglas y los fallos judiciales, el valor de una criptomoneda también radica en la confianza de quienes la utilizan.
Hoy celebra Garlinghouse, no hay duda, pero también la comunidad de XRP.
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