La adopción masiva de las criptomonedas podría arruinarlas. Es el titular del interesante artículo esta semana de Daniel Kuhn en Coindesk. Todo esto en la misma semana en la que los resultados de distintas encuestas apuntan al paulatino aumento de lo cripto en la sociedad. Tanto a una mayor presencia de los activos digitales en el ecosistema financiero global, como la inclinación de los jóvenes a ahorrar e invertir en clave cripto. Sin embargo, Kuhn propone encerrar las criptomonedas en un nicho.
Hay que empezar reconociendo que buena parte del atractivo de las criptomonedas se encuentra en su conformación minoritaria. Su capital simbólico se ha erigido alrededor de un halo de distinción derivado de un status que articula un misticismo casi sectario, empezando por el misterio Satoshi, con cierta mirada de superioridad con la que van armados los «enterados». De hecho, hay que reconocerlo, hay mucho «enterado» en el mundo cripto, que tiende a mirar con desprecio al resto de la Humanidad, especialmente a quienes quieren entrar en ese mundo. Bueno, seguramente sea parte de la condición humana.
Criptomonedas y masas
Frente a tales comportamientos del mundo social, está el tantas veces pronunciado interés de la industria cripto, empezando por exchanges y fintech, de que el número de usuarios de criptomonedas crezca y crezca. Hasta el infinito ¡y más allá! Buena parte de su negocio está vinculado al número y monto de las transacciones. Pues bien, cuánta más gente haya, más transacciones habrá. De hecho, las demandas de buena parte del sistema financiero a las instituciones, tradicional y ultratecnologizado, se han concentrado en reglamentaciones y normas que ofrezcan la suficiente confianza a los ciudadanos, como para que den el paso de convertirse en usuarios de cripto.
LA CRIPTOCULTURA COMO SÍNTOMA DE TIEMPOS VOLÁTILES Y ACELERADOS
Especialmente, piden cambiar el dominio de la lógica persecutoria de las autoridades, por el dominio de una lógica protectora. Muestra del dominio de esa lógica persecutoria, disuasoria para que las masas se conviertan en usuarias de criptomonedas, es el acento en el vínculo de las cripto con grandes delitos -terrorismo, tráfico de armas, secuestro-, fraudes y blanqueo de capitales.
De hecho, la newsletter de Kuhn parte del gran colapso que supuso para el ecosistema cripto el fraude de FTX. Un acontecimiento que se ubica en una historia cíclica. Antes, en 2014, fue Mt.Gox. Una historia de ciclos en los que las masas de usuarios se aproximan a las criptomonedas, hasta que llega el gran acontecimiento vestido habitualmente de fraude asimismo masivo, lo que lleva un ciclo de huida de los legos en la materia de las cripto por escarmiento, ya sea en cabeza propia o ajena.
Criptoexpertos y criptolegos
Desde esta perspectiva, el mundo quedaría dividido en los criptoexpertos y criptolegos. Los primeros son veteranos inversores en cripto que observan estos ciclos de onda media desde la distancia y, sobre todo, la confianza en los ciclos largos de sus criptomonedas. Los criptolegos, los de la masa, vienen y, ante los primeros sustos, se marchan corriendo.
Lo cierto es que los masivos criptolegos no quedan bien retratados. Son incapaces de aceptar los riesgos de la vida y de compromisos tan volátiles, como su propia aproximación a las criptomonedas. Por oposición, los veteranos y expertos son gente con carácter, con identidad, capaces de mantenerse firmes cuando los vientos soplan fuerte y, sobre todo, que asume la vida como una vida de riesgos.
TOKENIZACIÓN Y ESTILO DE VIDA DE LAS NUEVAS CLASES MEDIAS GLOBALES
No parece sino una reedición del esquema de heroicos individualistas frente masas arrastradas por el temor. Un esquema a lo Ayn Rand que viene a concluir que son los primeros los que mueven el mundo; aunque incluso nos puedan parecer conservadores. Riesgo y conservadurismo, que parecen tan distintos, no son incompatibles. Al menos, no son tan incompatibles como lo son progreso y progresismo, que, por otro lado, suenan a términos con vínculos entre sí.
El problema es que en estas despavoridas espantadas pueden generar el colapso en criptomonedas concretas. La rebelión de las masas, en términos orteguianos, tiene sus consecuencias. Pero el autor del artículo se pregunta, a partir de aquí, si no es extraño que la industria cripto, en proceso de maduración, haya normalizado estos ciclos de auge y caída. No parece lógico que lo normal sea estar al borde del colapso inminente. Y aquí llega su paradoja: el gran problema en el crecimiento social de lo cripto es el crecimiento de lo cripto.
El abismo
Cada vez que se crece hasta rozar la adopción de lo cripto por parte de las masas, se cae al abismo. La rebelión de las masas se produce porque principalmente las masas no se quieren a sí mismas. Nadie quiere sentirse masa. Menos aún en la lógica individualista de las criptomonedas. Latentemente, volviendo al artículo de Kuhn, parece que las masas tampoco quieren a las criptomonedas, llevándolas al colapso. Lo cierto es que las masas, como apuntaba el sociólogo francés Gabriel Tarde hace más de un siglo, tienden a colapsarlo todo, desde las ciudades, a las playas con el turismo de masas. Su destino es el colapso y colapsar todo.
Si las masas llevan al colapso a las criptomonedas, lo que plantea Kuhn es que las criptomonedas se alejen de las masas. En realidad, es una historia de odio mutuo.
TOKENIZACIÓN DE BIENES Y LA NECESARIA CRIPTOCULTURIZACIÓN DE LAS CLASES MEDIAS
Para atraer a las masas, se reclama que el acceso a las mismas sea más fácil, más accesible. Por ejemplo, se dice que las masas no quieren la descentralizada autocustodia. No entienden, en la práctica la descentralización. Pero, sin autocustodia ¿dónde queda la descentralización? Y he aquí la pregunta central: ¿Qué es Bitcoin sin autocustodia? Si las perezosas masas son incapaces del esfuerzo de aprender, subordinándose a una posición dependiente, es porque las criptomonedas no son para ellas. ¿La descentralización es contradictoria con el uso masivo? Parece que, de momento, sí.
La salud de las cripto tiene su fuente en blockchain y la descentralización. Digo salud en cuanto puntos fuertes. Lo que les da fortaleza. En cuanto se alejan de este core para aproximarse a las masas, se debilitan. Entran en crisis. Rozan el colapso.
Lejos de la economía real
El problema de esta odiosa relación entre criptomonedas y masas es que condena a lo cripto a renunciar a su pretendida revolución del sistema económico general, si es que alguna vez tuvo tales pretensiones. Para el autor del artículo esto no parece ser tal problema. Plantea que el lugar de las criptomonedas en la economía real está en determinados nichos, lejos del centro o el protagonismo de esa economía real. Es en estos nichos donde las cripto se muestran realmente productivas. No sólo se trata de nichos donde las cripto son fuertes, sino nichos que se desarrollan con fortaleza gracias al uso de las criptomonedas. Percepción que fija las criptomonedas en lo marginal. Marginales simbólica y culturalmente, como una subcultura. Pero, también, en los márgenes de la economía.
METAVERSO, MUSEO Y SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
Más allá del acuerdo con las conclusiones del artículo de Kuhn, la reflexión en cuestión es relevante: ¿han de renunciar las criptomonedas a su identidad descentralizada para asaltar el centro de la economía? Un debate por desarrollar. En otros ámbitos, la cultura aparecía fastidiada cuando empezó a masificarse en los años cincuenta del siglo pasado. Las masas perjudicaban gravemente la salud de la cultura, de lo que se entendía por cultura. Basta leer los libros de Theodor Adorno, como Impromptus o Prismas para recoger tan descarnada crítica. Era la visión de los críticos de la Escuela de Frankfurt. Los mismos que acuñaron el término de industrias culturales. Una industria que, paradójicamente, es una de las más importantes en los países desarrollados, tras la de defensa.
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